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09 julio 2010

¿Ha encontrado la UIB la fuente de la eterna juventud?

PALMA. Universidad. Investigación
¿Ha encontrado la UIB la fuente de la eterna juventud?
Un grupo de investigadores enseña cómo prevenir el envejecimiento con la hormona del crecimiento y la melatonina
Al envejecer no sólo nos arrugamos. Perdemos capacidades auditivas y visuales. Nos movemos con más dificultad. Reaccionamos más lentamente a los estímulos. Nuestro ritmo de sueño se altera. Tenemos menos energía. Rendimos menos. Nuestra capacidad respiratoria y vascular empeora ¿No sería maravilloso poder retrasar la llegada de todo esto y quedarnos solo con la parte buena de la senectud? La Universitat responde a nuestras plegarias. No han encontrado la fuente de la eterna juventud, pero han descubierto la manera de esquivar algunos deterioros propios de la vejez.
La fórmula mágica no está en la raíz de una planta extraña que sólo crece en la selva del Amazonas ni nada así. En realidad, nosotros llevamos la clave en nuestro organismo al nacer: la hormona del crecimiento y la melatonina. El problema es que a partir de los 30 años empiezan a desaparecer de nuestro cuerpo. ¿Qué pasaría si a partir de la treintena empezáramos a tomarnos unas dosis de estas hormonas?
Eso es lo que ha comprobado un equipo de investigadores del Grup de Recerca en Fisiología de la UIB dirigido por el doctor Rubén Rial y en colaboración con la Complutense de Madrid. Ambos grupos han utilizado ratas de laboratorio para comprobar los efectos de estas sustancias. Primero, los especímenes fueron medicados, en dosis muy bajas, con la hormona del crecimiento, una sustancia muy activa que estimula el proceso de multiplicación de las células.
La UIB trabajó con ratas de 24 meses de edad –lo que equivale a unos 80 años humanos– y se fijó en los cambios de conducta de los animales medicados haciéndoles pasar por laberintos. Compararon los resultados que obtenían las ratas octogenarias tratadas con los resultados de las más jovencillas y, sorpresa, los animales senior igualaron a los alevines. Las ratas tratadas empezaron a coordinar mejor sus movimientos y resistían mejor que antes los esfuerzos musculares.
"Lo hacían más rápido y recordaban mejor el camino de salida", explica el doctor Rial, quien subraya que el efecto de la hormona supone "un cambio tremendo". Los colegas de la Complutense, dirigidos por el doctor Jesús A. Fernández-Tresguerres, se dedicaron a certificar las mejoras físicas: mejoras en la piel y en los vasos sanguíneos, aumento de la masa muscular, pérdida de grasa... El único inconveniente es que la sustancia en cuestión no deja de tener sus peligros y si se administra a personas que no la necesitan puede favorecer la producción de tumores y el crecimiento anormal de partes del cuerpo.
En el otro lado está la melatonina, que es totalmente segura y también ha demostrado ser eficiente para que las ratas más ancianas se muevan mejor y resistan mejor los esfuerzos. Esta sustancia ya es bastante popular entre las amantes de las cremas, que saben que la llamada hormona de la oscuridad es "el mejor antioxidante que hay en la naturaleza" y una buena aliada para combatir los temibles radicales libres. Es una hormona maravillosa, pero por desgracia a partir de los 30 años nuestro cuerpo decide bajar bruscamente su producción.
¿Se podrían aplicar a las personas estos resultados? Eso seguro que les encantaría a los dirigentes europeos que quieren retrasar la jubilación hasta los 70 años. El doctor Rial sabe que estas cosas de la ciencia llevan su tiempo hasta que llegan a las farmacias pero se muestra seguro y rotundo: "Claro que sí: ¡El futuro nos espera!".

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