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16 noviembre 2012

Un estudio asocia golpes en la cabeza y pesticidas al Parkinson

Otra vez, estudios relacionan la exposición a pesticidas con el Parkinson. Hemos comentado esto ya más de una vez, la última, ayer mismo, en relación con el pesticida Roundup de la empresa Monsanto.
La siguiente nota de prensa se refiere al pesticida "paraquat". Nos ha interesado conocer más sobre éste, y nos hemos encontrado con información malamente sorprendente: el servicio online MedlinePlus, de la Biblioteca Nacional de Medicina de EEUU, informa textualmente: "El Paraquat (dipiridilio) es un herbicida altamente tóxico alguna vez apoyado por los Estados Unidos para su uso en México con el fin de destruir las plantas de marihuana. Las investigaciones determinaron que este herbicida era peligroso para los trabajadores que lo aplicaban a las plantas". Diríamos que es tragicómico, si no fuese un tóxico tan peligroso. Pero, además, en ninguna parte se indica que el uso del Paraquat, a pesar de conocerse su altísima toxicidad, haya sido prohibido, dentro o fuera de los Estados Unidos.
Sabemos que los pesticidas químicos, por serlo, son agentes tóxicos, pero la destrucción de los pesticidas utilizados a gran escala, sumamente agresivos, usados sin moderación desde hace unas decenas de años, tiene consecuencias para el medioambiente y la salud que se muestran día a día más nocivas e inexorables, si su uso no se regula en favor de las personas y sus ambientes sin miramientos.
Si los más altos organismos de salud y control ambiental de los países y supranacionales no toman acción, ¿qué nos queda por hacer a los ciudadanos de a pie?

Un estudio sugiere que una lesión de cabeza grave en el pasado y la manipulación de pesticidas es una combinación que estaría asociada con un riesgo muy alto de desarrollar la enfermedad de Parkinson.
Los resultados no prueban que haber quedado inconsciente o estar expuesto a ciertas sustancias químicas cause Parkinson, un trastorno crónico del movimiento y la coordinación.
Pero coinciden con estudios previos que habían asociado el traumatismo craneal y ciertas toxinas, junto con un antecedente familiar y otras exposiciones ambientales, a padecer la enfermedad.
"Estamos empezando a descubrir que no existe un único disparador del Parkinson", dijo el doctor James Bower, neurólogo de la Clínica Mayo de Rochester, Minnesota, y que no participó del nuevo estudio. "Existirían múltiples vías de aparición del Parkinson".
Así, el experto puso como ejemplo que algunas personas genéticamente predispuestas necesitarían una única "agresión ambiental", como un golpe en la cabeza, para desarrollar Parkinson. Otras que no sean naturalmente susceptibles al trastorno, podrían desarrollarlo sólo después de varias agresiones.
El traumatismo craneoencefálico y el contacto con pesticidas "no estarían directamente asociados y serían dos factores de tensión independientes", explicó por correo electrónico el neurólogo David Sulzer, de la Universidad de Columbia y que no participó del estudio.
La Fundación Nacional del Parkinson de EEUU estima que cada año se les diagnostica Parkinson en Estados Unidos a entre 50.000 y 60.000 adultos mayores.
El equipo de Pei-Chen Lee, de la Universidad de California, en Los Ángeles, comparó a 357 personas con Parkinson recién diagnosticado con una muestra representativa de 754 personas sin el síndrome como grupo control. Todos vivían en la zona central de California, que es una región agrícola.
A todos se les preguntó si alguna vez habían sufrido un traumatismo de cabeza con pérdida de consciencia durante por lo menos cinco minutos. El equipo utilizó sus lugares de trabajo y residencia para determinar su proximidad a las fumigaciones con pesticidas desde 1974.
En el grupo con Parkinson, casi el 12 por ciento había sufrido un golpe fuerte en la cabeza y el 47 por ciento había estado expuesto al herbicida paraquat cerca del hogar y el lugar de trabajo. En el grupo de control, en tanto, casi el 7 por ciento había tenido un traumatismo de cráneo y el 39 por ciento había estado expuesto a pesticidas.
Los traumatismos de cráneo y la exposición a las fumigaciones con pesticidas estuvieron asociados individualmente con un aumento moderado del riesgo de desarrollar Parkinson. Al combinarlos, el riesgo se triplicó, según publican los autores en la revista Neurology. Y eso ocurrió tras considerar el riesgo de inicio de los participantes, según la edad, el género, la etnia, la educación, el tabaquismo y los antecedentes familiares de Parkinson.
El equipo no pudo determinar qué apareció primero en los participantes con un traumatismo de cráneo y exposición al paraquat.
"Existen muchas hipótesis", dijo Bower. Pero el estudio "es una prueba más de que una lesión cerebral traumática grave puede causar futuros problemas que suelen ser neurodegenerativos (...). Tenemos que mejorar cada vez más la prevención de esas lesiones".

Fuente: El economista

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