07 marzo 2014
Violencia contra los ancianos: una tragedia que no cesa
Un par de años atrás leíamos que uno de cada cinco ancianos residentes en geriátricos asistidos viven siempre atados, en Catalunya, y seguramente la cifra es similar en toda nuestra geografía. Se aclaraba que esta permanente sujeción es una medida "innecesaria", en tanto se proponían alternativas a este maltrato. Posiblemente, esta noticia no sorprende a muchos, ya que hemos visto o sabido de ancianos residentes en geriátricos permanentemente atados, bajo las típicas excusas: se lastimaría, no quiere tomar sus alimentos o medicamentos, se escaparía... Pero casi nadie se espanta, resulta casi normal este modo de maltrato a los ancianos, justificable, admisible por las circunstancias. ¿Qué sucedería si supiéramos que en la escuela se ata a los niños porque no quieren comer o salen sin permiso? Ya podéis imaginarlo. Pero los ancianos no son niños ni deben ser infantilizados, la comparación es válida sólo en la relativa situación de dependencia que ambos grupos etarios tienen.
El maltrato a los adultos mayores no decrece, la intervención de los estados es escasa o tardía, la ayuda llega a pocas víctimas. Tenemos un grave problema sin buenas perspectivas de resolución.
En el Congreso internacional sobre tortura y otros tratos o penas crueles, inhumanos o degradantes, realizado el año pasado en la Ciudad de Buenos Aires, Argentina, se incluyeron como ámbitos de violencia institucional donde poner toda la atención del estado a geriátricos, psiquiátricos, centros de rehabilitación de adicciones, instituciones donde los estados dejan hacer y eventualmente intervienen en caso de mediar alguna denuncia penal, en tanto se sabe que la sola reclusión en un espacio administrado por personas con una autoridad que los internos no tienen (y más bien padecen), conforma un cuadro de situación favorable al ejercicio de violencia institucional. Felicitamos la iniciativa aunque no hemos sabido que se hallan dispuesto aún instrumentos estatales preventivos y reparadores suficientes para cumplir con el objetivo de velar efectivamente por la integridad de los ancianos residentes en geriátricos.
Sabemos que las formas de maltrato son diversas: violencia verbal, robo o estafa económica, cohersión, sobremedicación, subalimentación, violencia psicológica permanente, violencia física; todas ellas pueden ocurrir conjuntamente, y todas constituyen formas de violencia. Uno de lo problemas que enfrentan tanto los residentes como sus familiares es que estas conductas lesivas no están debidamente tipificadas en las leyes, por lo cual, incluso cuando se está dispuesto a llevar adelante una denuncia, los escollos resultan infranqueables. Las instituciones geriátricas a menudo disponen de una batería de pseudoexplicaciones terapéuticas con las que cubren esas prácticas violentas, cuando no, la culpabilización del residente.
¿Qué pueden hacer los residentes de geriátricos ante estas situaciones? Se trata de personas mayores, con recursos económicos limitados generalmente, con problemas de salud, algunos con demencia (lo que, según el mundo en el que vivimos, les inhabilita para todo, les vuelve completamente incompetentes), a menudo sus familiares no viven cerca o no están presentes, si los tienen. Sería ingenuo decir que pueden denunciar el maltrato porque en los hechos sus posibilidades de hacerlo son ínfimas. Si hay familiares presentes que perciben la situación de maltrato y quieren modificarla y denunciarla, que no son todos, se encuentran con obstáculos grandes, ya para hallar y tramitar el traslado a otra institución donde pueda residir su familiar, tanto más para sostener una denuncia judicial.
Desde luego que estas situaciones de violencia no suceden en todos los geriátricos, y por supuesto que también suceden en el ámbito familiar. El maltrato a los ancianos, dependientes o no, por parte de sus familiares es una realidad terrible pero conocida, sobre la que tampoco se actúa ni preventivamente ni paliativamente desde los organismos estatales. ¿Es el estado el que debe intervenir? Consideramos que sí, pues dispone de todas las herramientas técnicas, censales, demográficas, asistenciales y judiciales para prevenir y reparar conductas dañinas o delictivas, mientras que las víctimas del maltrato se encuentran no sólo literalmente "atadas" sino atadas como individuos y sujetos de derecho.
Pasaron los tiempos en los que los ancianos eran las personas portadoras de la tradición y el saber de la comunidad, los respetados. El respeto a las personas por su edad quizá no tenga más sentido para nosotros, pero sí lo tiene el respeto a todas las personas de cualquier edad. Por qué nuestras sociedades idolatran la juventud y desechan a los ancianos, es un tema muy vasto, cuyas tácitas premisas han calado en nuestros inconcientes: para consumir debemos tener ingresos, los ancianos son improductivos, ergo, los ancianos no tienen lugar en nuestras sociedades... Encontraréis muchos prejuicios contra los ancianos a poco de pensar en ello.
Los estados tienen un rol central en el cuidado de toda forma de violencia contra los ancianos, del que pocos se hacen cargo. Las víctimas de maltrato no pueden esperar. ¿Qué hacer, entonces? Si eres familiar de un residente en geriátrico, visítale tan a menudo como puedas, en diferentes horarios; en caso de detectar que sufre maltrato, procura dialogar con tu familiar para contenerle afectivamente y buscar una salida a esta terrible situación. Busca otros geriátricos, haz las denuncias ante los organismos pertinentes, infórmate sobre las asociaciones civiles que pueden ayudarte, ya sea asociaciones de enfermos, de profesionales, de abogados, de derecho humanos, defensorías, entre otras, que frecuentemente colaboran sin cargo y efectivamente. Si no eres familiar y sabes de una situación de maltrato, puedes involucrarte, y ojalá que lo hicieras.
Los residentes en geriátricos -o en sus casas- que sufren violencia tienen limitaciones fácticas para evitar el maltrato, aunque pueden procurar dialogar con sus familiares, con visitantes de otros residentes, vecinos, llamar por teléfono a personas de confianza o a la policía. El temor al desamparo es fuerte en estos casos, pero nada justifica sufrir maltrato, ni de propios ni de ajenos.
La violencia contra los ancianos, lamentablemente naturalizada y silenciada, es asunto de todxs. Puedes decir que ya tienes bastante con tus problemas, y es cierto que cada unx tiene bastante con sus problemas. Se trata de entender que el maltrato a los ancianos es nuestro problema, desde el vecino que cierra las ventanas para hacer que no escucha lo que sucede en la otra puerta hasta los gigantes aparatos del estado, que es de cada unx de nosotrxs.
Los pacientes de Parkinson podemos ser víctimas de violencia, por lo que las asociaciones de enfermos debemos ponernos en la vanguardia de la lucha contra toda forma de violencia contra los ancianos. Muchas asociaciones estamos en ello, y hay mucho por hacer colectivamente.
Compartimos la guía Malos tratos a las personas mayores. Guía de actuación, elaborada por IMSERSO, con algunos puntos de vista quizá discutibles pero de utilidad para profundizar sobre este trágico problema y conocer propuestas de solución. Esperamos que resulte de utilidad.
También podéis descargar la guía clickeando AQUÍ.
Fuentes: El Mundo, Mal de Alzheimer
5 comentarios:
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Mi abuela estaba en un geriátrico de Madrid, tiene Parkinson. No le daban su medicación y la dieta era tremenda, mi abuela comía menos cada día. Mis padres hablaron con el geriátrico, les dijeron que estaba adapatándose al cambio y por eso no quería comer. A los pocos días le vimos unas raspaduras en su mano, era que le habían atado. Le sacamos de allí de inmediato pero la denuncia terminó en nada, como dice el post los geriátricos siempre tienen pseudo explicaciones terapéuticas para defenderse. Quedaron casi todos los residentes porque las familias no querían ni saber, es muy triste que ni las familias se interesen.
ResponderEliminarMuy buen artículo. Gracias
Quien maltrata a una persona mayor es un cobarde y un criminal. Yo no puedo comprender que estas barbaridades sigan sucediendo sin la intervención del estado, y con la indiferencia de la sociedad. Nos decimos que somos una sociedad civilizada?? NO lo somos ni lo seremos hasta que los más necesitados de comprensión y ayuda sean los más protegidos.
ResponderEliminarLamentable pero cierto, Os agradezco. Marga
No sólo son culpables las manos ejecutoras de quienes MALTRATAN a los ancianos, niños, animales, etc. En el caso particular de los ancianos, también son culpables, quienes CONSIENTEN y permiten; familia, personal sanitario de residencias, médicos, servicios de urgencias de los hospitales, jueces y fiscales con su MIRADA HACIA OTRO LADO.
ResponderEliminarBarlovento: En todo de acuerdo contigo. Consentir y callar es complicidad.
EliminarTerrible y muy buena nota en este Día mundial de toma de conciencia del abuso y maltrato en la vejez (15 de junio, establecido por la ONU). Un gran abrazo a las personas con valores y valor.
También hay que echar un ojo sobre los familiares porque los hay quienes saben lo que se hace con los ancianos en los centros pero miran hacia otro lado, por no hacerse responsables de sus viejos. La realidad puede ser muy triste.
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