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27 enero 2008

Entrevista al doctor Francisco Grandas

EL DOCTOR GRANDAS ES OPTIMISTA ANTE LOS AVANCES TERAPÉUTICOS EN EL TRATAMIENTO DEL PARKINSON

El doctor Francisco Grandas, director de la Unidad de Trastornos del Movimiento de la clínica Ruber Internacional y del hospital Gregorio Marañón de Madrid, considera que la sociedad científica debe mostrarse optimista ante los avances que la investigación médica está llevando a cabo en terapia celular y terapia génica para el tratamiento de la enfermedad de Parkinson.
Grandas, que pronunció anoche una conferencia en Molina de Segura invitado por la Fundación de Estudios Médicos (FEM), ha manifestado su confianza en que en un periodo no demasiado largo de tiempo ambas terapias, aún en fase experimental y por tanto no aplicables a pacientes humanos, “abran la puerta a la aplicación de tratamientos que puedan modificar e incluso parar en un futuro la evolución de la enfermedad”. La clave, según este científico, está en conseguir terapias capaces de detener la progresión del proceso degenerativo, un campo en el que se están llevando acabo líneas de actuación para intentar conocer los mecanismos básicos por los que las neuronas degeneran y mueren, incidiendo sobre esos mecanismos para que no ocurra así, o en todo caso la degeneración se produzca de forma más lenta.
Los últimos avances en la investigación del Parkinson, según Grandas, “se encuentran relacionados con aspectos genéticos, con la neuroimagen que permite ver en personas vivas las alteraciones que antes sólo se podía observar en las autopsias, y en el diagnostico precoz y presintomático de la enfermedad mediante la combinación de test genéticos, algunos test clínicos y test de imagen funcional.
La terapia celular, ha explicado Francisco Grandas, consiste en la regeneración del tejido nervioso alterado a través de la implantación de células que segreguen las mismas sustancias que las neuronas muertas, una terapia que se encuentra aún en fase experimental y que viene siendo utilizada desde hace años con resultados dispares. La terapia génica, por otro lado, busca implantar en el cerebro secuencias genéticas mediante vectores virales para aumentar la secreción de factores de crecimiento por parte de las células que siguen vivas en el cerebro de las personas que padecen Parkinson.
Las avances de los últimos años se han centrado principalmente en el tratamiento sintomático del Parkinson que permiten aplicar mejor los fármacos y en conseguir una estimulación cerebral más prolongada, evitando los altibajos motores que tienen los pacientes a lo largo del día. La manera en que se aplican los fármacos también ha mejorado con la administración de alguno de ellos por vía transdérmica o a través de la aplicación directamente en el duodeno mediante bombas de infusión de levodopa, el fármaco base en el tratamiento de la enfermedad.
Grandas ha reconocido que las terapias actuales no pueden prevenir la progresión de la enfermedad y al cabo de los años aparecen síntomas que actualmente son muy difíciles de tratar como la inestabilidad postural, los trastornos de la marcha, las caídas, la alteración cognitiva o que un porcentaje de pacientes con la enfermedad acaben padeciendo una demencia.
El doctor Francisco Grandas recordó en su conferencia que el Parkinson es una enfermedad degenerativa del sistema nervioso, la segunda en frecuencia después del Alzheimer, fundamentalmente motora, que afecta principalmente a personas por encima de los 60 años y que se caracteriza clínicamente por la aparición de temblor, dificultad para realizar movimientos y rigidez muscular, al margen de otros síntomas que pueden aparecer en fases más avanzadas. El 10 por ciento de los pacientes con Parkinson comienzan sus síntomas por debajo de los 40 años, en la mayoría de los casos debido a mutaciones genéticas.

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