Mi gran indignación

Carta abierta a quien corresponda:
Que a estas alturas estemos hartos de restricciones tiene un paso aunque no somos nosotros los que tenemos que pagar lo que los demás hacen, pero, como siempre, pagamos los mismos.
Lo que pasa es que llega un momento en el que te parece estar viviendo una película de terror porque es inexplicable lo que te está sucediendo, supera cualquier fantasía.
Esta misma tarde, mi amiga, que tiene un hermano en el hospital bastante mal y solo tiene vías de sueros,  como se le reseca mucho la boca mi amiga acude al control de enfermería de la planta a pedir un botellín de agua para su hermano, y cuál es su sorpresa cuando le contestan no había botellines de agua y que cuando pasara el carro de las meriendas, "si sobra", se le daría. En ningún momento se le ofreció otra manera de darle el agua que necesitaba su hermano.
Otro enfermero que estaba allí le dijo lo mismo, que no tenían, pero le dio un vasito con agua.
Mi amiga, indignada, bajo a hacer una reclamación en atención al paciente; la persona que le atendió hizo una llamada de teléfono y le dijo a mi amiga que estaba hablando con la supervisora que supuestamente le había dicho a mi amiga que tenia botellas grandes de agua pero que sólo le podían dar un vaso, cosa que es mentira ya que a mi amiga no le dijeron nada, simplemente el enfermero le dio menos de medio vaso de agua.
¿Cómo es posible que las restricciones lleguen hasta negar lo básico en la vida como es el agua a un paciente hospitalizado? ¿Hasta cuando vamos a aguantar tantas injusticias? ¿Es que en este país no hay nadie que pueda parar estos desvaríos?
Porque el colmo ya está: negar agua en un hospital a un paciente.

Nélida Domínguez Fernández